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¿Qué es ser maestro hoy? Parte 1

LluernaPedagogía ¿Qué es ser maestro hoy? Parte 1
Maestro pintando con sus alumnos y descubriendo el aprendizaje

¿Qué es ser maestro hoy? Parte 1

El modelo educativo tradicional se encuentra en crisis. ¿También la figura del maestro?

 

 

Hoy en día todo va tan deprisa, que cuesta tener asideros firmes para desarrollar la labor educativa. Se escucha hablar de la generación 2.0, de la generación 3.0, de la generación x, de la y, y de la z… del modelo tradicional, del modelo en competencias y de los nuevos modelos en educación.

 

¿Cómo ser maestro hoy con tanto cambio?

 

A veces nos produce cierta confusión la velocidad a la que cambia todo: las modas en educación, los nombres de las generaciones, las tendencias en la ropa de los adolescentes, su lenguaje…, podemos sentirnos desconectados de la educación; puede producirnos inseguridad, nos llegan a la mente preguntas del tipo, ¿Me estarán entendiendo los alumnos en la esencia de lo que les quiero decir? ¿Me puedo comunicar con ellos con lo aparentemente diferente que es todo entre los niños y yo? ¿Estoy desfasado para la educación?

 

Podemos decir que en educación existen dos realidades, una la que no cambia, la que no cambiará por mucho que pasen los siglos, y otra, la que varía de forma sistemática. ¿Cómo es esa realidad que no cambia? La realidad inmutable pertenece al orden de la naturaleza, de la vida. La ley de la gravedad es una ley inmutable. El poder del amor, otra. Lo que ocurre cuando un alumno se siente escuchado de forma atenta y abierta, cuando tiene una dificultad, pertenece al orden de la vida, algo que ocurre exactamente igual en cualquier lugar y en cualquier época con cualquier niño.

 

En lo fundamental, el ser humano siempre ha sido igual y por mucho que pasen los siglos, no cambiará.

 

Existen roles del maestro que variarán con los años, esto es inevitable. Pero todos los buenos maestros a lo largo de la historia han estado conectados entre sí por esa realidad perenne, por esa sabiduría y amor por la educación a los niños que traspasa las materias que enseñan.

 

Conocer a niños y adolescentes, comprenderlos en su realidad inmutable, es esencial para nuestro trabajo como maestros. Nuestra labor solo tiene sentido si miramos esa realidad profunda. A veces, sin embargo, nos desorienta escuchar tantas cosas negativas que se dicen: “las nuevas generaciones no son como las de antes”, “estos niños no escuchan”, “son unos vagos”, “no están comprometidos con la sociedad” y tantas otras cosas.

 

Esa mirada no está bien enfocada, no está bien orientada. Es una mirada superficial y vieja. ¡Sí, vieja! Hace poco leía en una entrada estas dos citas:

 

 

Esta juventud está marchita en lo profundo de su corazón. Los jóvenes son malvados y perezosos, ya no son como los de antaño. Los jóvenes de hoy no serán capaces de mantener nuestra cultura.

 

Nuestro mundo ha alcanzado un estado crítico. Los chicos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar lejos…

 

 

La sorpresa venía poco después, cuando se explicaba de dónde eran:

 

La primera cita es de un sacerdote del antiguo Egipto en el año 2000 a.c., y la segunda se encontró en un trozo de vasija en unas excavaciones de Babilonia, y que data del año 3000 a.c.

 

 

Como veis ya se decían esas cosas hace 2000 o 3000 años. Son afirmaciones que pueden tener un cierto sentido circunstancial pero que no dicen nada de lo esencial. La realidad esencial es que los niños son exactamente como fuimos nosotros y no muy diferentes de como somos ahora.

 

Cuando caemos en la mirada circunstancial, en lo caduco, nuestro rol como maestro se diluye como una aspirina efervescente. Nuestra mirada condiciona nuestro trabajo y nuestras relaciones con los alumnos y nuestro rol como maestro carece de valor.

 

En lo fundamental, el ser humano siempre ha sido igual y por mucho que pasen los siglos, no cambiará.

 

Aunque en otros niveles de desarrollo, las necesidades de nuestro alumnos son esencialmente las mismas que las nuestras: necesitan atención, cariño, respeto, empatía, confianza, …¿y quién no? Eso no cambia con el tiempo. Si te fijas en eso, si creces en esa mirada y esa sabiduría, tu preparación como docente se hará más fuerte cada año, sin importar los cambios aparentes; tu rol como maestro se reforzará y se hará más influyente. Sentirás que tu misión como maestro tiene sentido aquí y ahora sin importar el alumno que tengas enfrente.

 

 

Y tú, ¿Cómo ves al maestro hoy? ¿Cómo lo vives? No dudes en compartir tus experiencias que te responderé.

 

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Alberto Crespo
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