Our Story

Be Informed. Be Smart. Be Sure.
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit. Aenean feugiat dictum lacus, ut hendrerit mi pulvinar vel. Fusce id nibh at neque eleifend tristique at sit amet libero. In aliquam in nisl nec sollicitudin. Sed consectetur volutpat sem vitae facilisis. Fusce tristique, magna ornare facilisis sagittis, tortor mi auctor libero, non pharetra sem ex eu felis. Aenean egestas ut purus nec vehicula. Morbi eu nisi erat. Nam mattis id lectus sit amet mattis. Suspendisse eget tristique neque

Working Hours

Monday - Friday 09:00AM-17:00PM
Saturday - Sunday CLOSED
Top

Entrenar la mirada con los niños conflictivos

LluernaConvivencia Entrenar la mirada con los niños conflictivos
A los niños difíciles hay que mirarles detrás de lo evidente

Entrenar la mirada con los niños conflictivos

 

A veces podemos pensar: ¡qué mal se porta fulanito!, ¡qué mala actitud de menganito!, ¡con esa actitud no va a llegar lejos en la vida!

 

 

¿Qué hay detrás de esa mala actitud?

 

 

Comprender a los niños nos puede hacer cambiar la mirada y facilitarnos enormemente la relación.

 

 

 

Centrando el problema

 

 

¿Por qué los niños se portan mal? ¿Por qué parecen enfadados con la vida y no hacen caso? ¿Por qué nos confrontan continuamente en clase?

 

Responder de manera acertada a esta cuestión es probablemente uno de los retos más importantes de un profesor si quiere conectar con los alumnos “conflictivos”, o mejor dicho, con los alumnos con dificultades personales.

 

Para ser inteligentes emocionalmente, es importante que nuestras emociones sean “inteligentes”, es decir, que sepan adaptarse con verdad y libertad a la situación. Nuestras emociones se vuelven torpes y poco inteligentes cuando interpretamos incorrectamente a los niños. Cuando no les entendemos nos volvemos ciegos a nivel emocional, y la respuesta que damos no es acertada.

 

Comprender a los niños nos puede hacer cambiar la mirada y facilitarnos enormemente la relación.

 

 

 

 

Un ejemplo de lo que decimos

 

 

 

Niño enfadado

Mecanismo defensivo

 

 

 

Juan tiene 12 años. Sus padres se están divorciando y están muy enfadados el uno con el otro. A Juan le produce mucha inseguridad la situación porque es como una ruptura para su mundo. Además, los padres de Juan en estos momentos están siempre discutiendo, preocupados con cosas de dinero y viejas rencillas y no le hacen mucho caso. Juan siente que en lo que a él concierne, esta nueva situación va a ser muy mala: sus padres se separan y eso provoca que no le atiendan en lo que necesita.

 

Para enfrentarse a esta situación tan dolorosa para cualquiera, Juan (inconscientemente), “decide” que ya no necesita el cariño de sus padres ni de nadie (así no sufre). Se cierra sobre sí mismo y se enfada con la vida. ¿Por qué ocurre esto? Pues porque las personas tenemos unas cosas que se llaman “mecanismos defensivos“.

 

Cuando sentimos nuestra vida interior amenazada, vivimos un gran dolor o necesidades fundamentales no son satisfechas, los mecanismos defensivos actúan para evitar sentir esa situación que no podemos digerir. Los niños son tan sensibles a las reacciones de sus padres, son tan importantes para ellos, que es inevitable que se activen los mecanismos defensivos, y esto, aunque los padres sean los más amorosos del mundo. Como no existe la perfección en las personas, siempre se cometerán errores y en alguna medida se activarán estos mecanismos.

 

Generalmente, cuanto peor es el ambiente en casa, más mecanismos defensivos vemos. De ahí que generalmente los niños con situaciones personales más difíciles se porten peor.

 

 

 

 

Los niños con dolor en la escuela

 

 

En nuestro ejemplo podemos ver que el dolor está  siempre con Juan porque no se ha procesado, así que es de esperar que acuda con él al colegio. Y con ese dolor acuden también los mecanismos defensivos, necesarios para vivir.

 

En clase no quiere trabajar, está como en “guerra con el mundo”. Parece siempre dispuesto a discutir con cualquiera. Estos son los mecanismos defensivos, actuando. Los maestros intentamos convencer a Juan de que su actitud no es buena, que no le beneficia en nada y que lo mejor para él sería cambiar. Ya habrás comprobado, si llevas unos años en educación, que por más que hables con él, no cambiará nada. ¿Acaso hablando se arregla el dolor? ¿acaso hablando mejorará la situación que tanto le duele en casa?

 

 

 

¿Qué podemos hacer?

 

 

Para ayudar al niño en ese dolor se necesitan otras cosas. Para empezar, una mirada diferente, que es de lo que trata esta entrada.

 

Ahora ya sí podemos decir que desde una mirada de vida que comprende estos procesos internos no existe el “portarse mal”. Cada niño se ajusta, como puede, a lo que le ha tocado vivir.

 

La mejor mirada posible de un maestro es aquella que afirma la vida, que lucha por ver lo mejor de cada niño (a veces escondido a lo visible) y que puede decir: “por este niño, al que veo sufrir, merece la pena luchar”.

 

En su libro, la educadora Rebeca Wild, afirmaba lo siguiente:

 

En nuestro trabajo siempre hemos partido de la premisa de que, indistintamente de los problemas que tengamos con un niño, su manera de comportarse es siempre su mejor solución para bregar con las circunstancias dentro de las cuales ha crecido. Se trata de un ser humano que, ya desde el momento de su concepción, está dotado del plan genético que le permitirá realizar su potencial completo. A partir de entonces este nuevo organismo lidia con su entorno para, ya sea de forma directa o con desvíos, de alguna manera realizar este plan interno.

 

Cada niño se ajusta, como puede, a lo que le ha tocado vivir.

 

Esos desvíos son los mecanismos defensivos que le ayudan a seguir hacia delante en mitad del dolor o de la insatisfacción de necesidades. Pero el niño, en lo hondo de su corazón, desea intensamente cumplir su plan interior. Desea vivir plenamente y su ser está luchando por ello.

 

Nuestra mirada no puede castigar esos mecanismos defensivos. ¡pero si son para poder continuar viviendo!

 

Como maestro siempre me he sentido un privilegiado cuando me han aparecido niños con dificultades. Estar con esos niños, a los que les cuesta más cumplir con su plan interno, da a la enseñanza una dimensión profunda que de otra manera no podría tener.

 

Cuando nos encontramos un niño con dificultades, ser maestro concentra su sentido en ese niño.

 

 

¿Cómo ves a los niños con dificultades? ¿Alguna pregunta o comentario? Cuéntanos tu experiencia.

 

Si quieres recibir las nuevas entradas en tu correo electrónico suscríbete a la Newsletter de la derecha.

¡Mucho más cómodo y no hago ningún tipo de publicidad! (Me cansa el spam tanto como a ti)

 

 

 

Alberto Crespo
No Comments

Leave a Comment

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR